PLENOS

La primera vez en mi vida que he sido testigo de un pleno del Ayuntamiento de Bonares ha sido formando parte activa en él, el mismo día que tomé posesión de mi acta de concejal en la actual legislatura.

La verdad es que ese era uno de los actractivos a la hora de meterme de forma activa en política, el vivir los plenos, los debates, el prepararlos, el trazar una estrategia y llevarla a cabo, aunque claro está que enfrentándonos a una mayoría absoluta aplastante tampoco tiene mucho que ganar y muy poco atractivo, pero quizás mi carácter competitivo fue el que activó esa inquietud.

Caminamos ya hacia los dos años de legislatura y la verdad es que ya puedo decir que ha sido una de las mayores, si no la mayor, de las decepciones que me he llevado en este mundo de la política.

A priori el pleno debe ser el sitio más importante de la toma de decisiones que afecten al pueblo, es el emplazamiento donde se deben confrontar ideas, donde se debe debatir los argumentos y, como no, donde se debe rivalizar con el adversario, respetando las reglas y las personas, pero defendiendo las posturas con vehemencia.

Pues bien, todo lo contrario, hasta ahora, por unas razones o por otras y por culpa de todos y de ninguno, los plenos no son más que un trámite en el que se lleva absolutamente lo imprescindible por imperativo legal, en los que el debate de ideas no existe,y en los que los papeles se invierten muy a menudo.

De antemano se saben las respuestas de unos y de otros, todo muy previsible, y en las contadas ocasiones en las que nos hemos salido del guión se ha cortado el debate de raiz, y es que no es un debate "limpio", quién manda es juez y parte, y claro es normal que no tire piedras sobre su tejado.

Y si a todo ello le sumamos que tienen muy poca repercusión ya que no transcienden al exterior al no haber medios ni interés en que los haya y al no haber público ya que se hacen en horas laborables, se convierten en poco menos que en un sinsentido e incluso para nosotros van perdiendo todo el interés.

La única forma de poder saber como ha sido el pleno es leyendo el acta, que normalmente se publica a los dos meses de la celebración del mismo, y encima al no haber equipo de grabación, tampoco se transcriben de forma literal, sino que los actas son un resumen que realiza el secretario, resumen con el cual, a veces, no estamos del todo de acuerdo, pero ante eso poco o nada podemos hacer.

Pienso que si los plenos pudiesen verlos todo el pueblo serían de otra forma, más dinámicos, con más debate, con mucho más interés, y no lo digo enmascarando un posible interés partidista, tan sólo que se activaría mucho más la vida política de un pueblo totalmente estancado políticamente hablando, en el que cada uno coje la versión de los temas que más le interese, creyendo a los suyos pero sin haber sido testigos de los debates y las posturas reales de cada uno.

Mientras tanto estoy convencido de que pelear en los plenos no tiene sentido, que es chocar contra una pared, que debemos centrar los esfuerzos en la calle, y evitar disputas en el salón de plenos que lo único que conseguimos es desgastar al portavoz.