"En mi poco tiempo en la política local y en el Ayto. de Bonares, he conocido a dos PP, el de antes y de ahora y hay un abismo en cuanto al estilo y en cuanto al trabajo. Este trabaja menos, tiene menos estilo e intenta manchar la imagen del gobierno y del pueblo".
Este párrafo está sacado del blog del alcalde, una opinión tan respetable como cualquiera, por supuesto que sí, pero a la que por alusiones, por la parte que me toca y siempre desde las buenas relaciones que existen entre nosotros a título personal como el propio alcalde menciona en el mismo artículo y a la que me adhiero, me veo en el derecho de también dar mi opinión de cómo veo su forma de gobernar.
Vaya por delante que entiendo que mis palabras se interpreten como una crítica, (porque lo son, no lo vamos a negar), pero no están escritas con la intención de herir sino de exponer mi opinión personal en el terreno político.
Es evidente que se ha apostado por una política mucho más populista que en etapas anteriores, y eso de entrada me puede parecer hasta bien, entiendo que en un pueblo pequeño hay que estrechar las relaciones entre los gobernantes locales y el ciudadano, es absurdo que los que ocupen los sillones malinterpreten su función y lejos de servir al ciudadano se crean por encima de ellos y sean inaccesibles, hasta ahí estamos de acuerdo.
Pero llevar o intentar llevar un estilo político como ese tiene su riesgo, hay una línea de separación muy pequeña entre ser cercano y ser simple, el buscar constantemente el apoyo, la palabra fácil y la tortita en la espalda puede interpretarse como una inseguridad en la gestión, esa necesidad de que constantemente estén alimentando tu ego para poder reforzarte en tu modus operandi no da precisamente una idea de gobernante consolidado, solvente.
También es arriesgado el manifestar por activa y por pasiva una total y absoluta transparencia en la gestión, una apertura de puertas que en determinados casos perjudica mucho más que ayuda, y sobre todo, es fundamental para mantener la credibilidad el tratar todos los temas con la misma transparencia, no es lógico ni saludable el que un tema espinoso, (últimamente ha habido alguno que otro), sea despachado publicamente con un simple desmentido o una callada, y una crítica al partido de la oposición lleve consigo una exposición muy locuaz con pelos y señales.
Por otro lado el elevar a la máxima expresión la figura del alcalde, jugando un papel a nivel de imagen tan preponderante como el que está jugando en la actualidad, es directamente proporcional a un empequeñecimiento de los demás compañeros de equipo de gobierno, mientras más sea elevada las actuaciones del primer edil (muchas veces por él mismo), menos lo van a ser las de su equipo, es algo tan sencillo como evidente.
En un equipo de trabajo todos necesitan de su momento de gloria, a nadie le viene mal un empujoncito y un apoyo y muchas veces eso no ha llegado ya que por el camino ha perdido el protagonismo tan legítimamente ganado, lo cual puede crear discrepancias y ser fuente de conflictos.
Por último, el cambiar de forma tan radical la forma de gobierno con respecto a etapas anteriores, las cuales por números estaba más que respaldada, hace que necesariamente se produzca una comparación, al estilo de la que el alcalde hizo de mi grupo y con la que he empezado este artículo, pero de esa comparativa no voy a hablar, no lo veo necesario, esa discusión parte desde dentro de su mismo partido.
Le aconsejaría que, si tiene oportunidad, se interesase por la oposición que hace el partido socialista en los pueblos de la provincia donde no gobierna, recientemente me ha llegado algún que otro panfleto del PSOE de La Palma o de Moguer y el estilo es destructivo al 100%, por más que los busco no encuentro ninguno de los valores de los que aquí nos exigen a nosotros y por los que nos acusan de estar en contra del progreso del pueblo, pero bueno, eso es otra incongruencia más.