Como hemos dicho en nuestra editorial, la marcha del club de Manolo Coronel eclipsa todo lo demás que concierne al Fútbol Base Bonares en este mes de Enero, yo también quiero dedicarle mi sección dentro de esta entrañable publicación a Manolo, un compañero, pero ante todo un amigo.
Creo que no se puede estar más distante en cuanto a ideales y a forma de ser de lo que estamos Manolo y yo, somos dos polos opuestos casi en todos los aspectos de la vida, para colmo él es bético y yo sevillista, hasta en eso confrontamos, sin embargo desde la temporada en la que se incorporó a la directiva de la antigua Escuela de Fútbol, y de eso hace ya bastantes años, mi relación con él ha sido extraordinaria.
En anteriores ocasiones he escrito sobre él, me parece una persona muy peculiar, con unos defectos extremos, pero con unas virtudes igualmente exageradas, con él no hay término medio, todo está exageradamente llevado al límite, eso le acarrea problemas, enemigos, lo sabe pero aún así se mantiene en sus trece, lo tomas o lo dejas.
Esa exageración la extrapola también a lo bueno, es un trabajador nato, capaz de volcarse en cuerpo y alma a su trabajo, a su tarea, no le pesan las horas, no le pesa la responsabilidad, lo da absolutamente todo, eso le hace ser merecedor de todo nuestro respeto y admiración.
En las juntas siempre tuvo una postura clara y concisa de los temas, defendió su opinión siempre contra viento y marea, pero absolutamente en todas las ocasiones acató la decisión de la mayoría independientemente que esa decisión coincidiera con la suya o no.
Está claro que lo vamos a echar de menos, vamos a pasar de tener a una persona todos los días al pié del cañón a no tenerla, esas horas, esa dedicación que aportaba Manolo tendremos que repartirnosla entre los demás, no queda otra.
Yo entiendo su decisión, la entiendo y la respeto, pero también sé que es un enamorado del deporte base, que él siempre mirará nuestro club como algo suyo y espero que esta separación sea un punto y seguido y no un punto final.
En nuestra memoria quedarán tantos y tantos recuerdos, aquel día en Sierra Nevada subiendo a la nieve cargados con la nevera llena de cruzcampo mientras los esquiadores nos miraban con cara de extrañeza, tantos días de marathones en los que terminamos al final de la tarde muy cansados, pero con la cara de satisfacción de haber cumplido con nota el reto, en fín, vivencias de buenos momentos, y no quiero decir que los que vengan no serán buenos también, pero serán diferentes.
(Publicado por Manolo Garrido en el periódico Bonasport en su número del mes de Enero)
1 comentario:
Gracias, Garri.
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